Algunas tesis para una teoría política anarquista

En este texto presentamos algunas tesis para una teoría política anarquista, surgidas de las reflexiones teóricas y prácticas del Grupo Libertario Vía Libre. Para esto exploramos las raíces, el surgimiento, el carácter y los debates estratégicos que atraviesan el anarquismo como corriente. Asimismo, reconstruimos sus antagonismos y reflexionamos sobre sus formas de acción, además de proponer algunas visiones sobre la sociedad contemporánea y sus horizontes societarios más generales.
- El anarquismo tiene raíces profundas en tradiciones sociales previas.
El anarquismo es una tradición política relativamente corta, que hereda y continúa tradiciones políticas que son mucho más longevas y anteriores a él mismo. De esta forma pensamos que retoma las tradiciones milenarias del comunitarismo y el republicanismo, así como las tradiciones centenarias de la democracia y el socialismo.
Sin embargo, esta continuidad opera mediante un proceso selectivo, de filtro y reelaboración de algunos elementos, y de afirmación y descarte de otros. De esta forma, se presenta un énfasis particular en el comunitarismo autónomo, aquel que riñe con las sociedades centralizadas y jerarquizadas; el republicanismo plebeyo, uno que se opone a los poderes oligárquicos de las ciudades o regiones; las revoluciones democráticas, aquellas que buscan la igualdad social y no sólo legal entre las participantes de la comunidad de la política; y el socialismo desde abajo, que postula la centralidad de la acción y las necesidades de las de abajo sobre las formas e intereses burocráticos.
Sin embargo, aquí también se presenta una particularidad, pues el anarquismo no es el único que reivindica y continúa estas tradiciones. De hecho es sólo una opción quizás minoritaria del comunitarismo autónomo, el republicanismo plebeyo o las revoluciones democráticas, así como en un caso ligeramente distinto, es la expresión mayoritaria aunque claramente no la única, del socialismo desde abajo.
Sin embargo, estas raíces previas sí orientan la consistencia de la propuesta anarquista. De esta forma no existe de forma coherente y actuante, un anarquismo centralista, o monárquico, o aristocrático o capitalista, justamente por la consonancia del anarquismo con las tradiciones previas que le dan vida, y su reconocimiento bajo principios anti jerárquicos, anti oligárquicos y anti capitalistas más generales y que lo anteceden.
- El anarquismo es una corriente socialista original
El anarquismo es una forma particular y original del socialismo moderno, nacido de una crítica radical a la desigualdad y la injusticia de la sociedad capitalista del siglo XIX. En ese sentido se formó dentro del movimiento obrero y popular de su época, en medio de la lucha de clases y otras luchas sociales, y en oposición a la expansión capitalista, estatista e imperialista que se experimentaba durante ese periodo.
En ese sentido, es una corriente que creció en un diálogo crítico constante, con otras corrientes socialistas que lo han acompañado en su desarrollo. Primero lo hizo con el socialismo romántico que lo precede y luego con el marxismo que le es contemporáneo, para más adelante establecer conversaciones y debates con la socialdemocracia, el leninismo y los nacionalismos de izquierda que le suceden.
Por lo anterior, a lo largo de su historia ha establecido diversas relaciones conflictivas, a veces marcadas por la cooperación y a veces por la lucha, con otras corrientes socialistas. Ha tenido escenarios históricos críticos muchas veces compartidos con esas otras corrientes socialistas, como la Francia de 1871, el México de 1910, la Rusia y la Ucrania de 1917, la Corea y la China de 1931, la España de 1936 o la Cuba de 1959 y aprendido en clave positiva y negativa de estas ricas experiencias que lo desbordan, pero lo han definido.
En ese sentido sectores políticos como los libertarianos conservadores, en su mayoría cercanos a la derecha autoritaria de Pinochet y Videla, Trump y Bolsonaro, plantean que más de medio siglo después del surgimiento del anarquismo, algunos de sus propios pensadores, reinventaron desde arriba y desde la absoluta ignorancia del tema, un supuesto anarquismo que sería de derechas, individualista y capitalista. Sin embargo, pronto estos fundamentalistas del libre mercado a quienes no parece molestar las dictaduras y el más abierto autoritarismo en los más diversos campos de la vida social, actúan políticamente en los más tradicionalistas movimientos políticos conservadores, mostrando fallas esenciales de formulación y coherencia.
Y esto sencillamente porque en términos éticos, filosóficos e históricos, el anarquismo fue, es y será una corriente anticapitalista, desde abajo y a la izquierda, mientras el capitalismo, es aún en sus más fantasiosas visiones libre-mercadistas, un sistema autoritario, que se basa y reproduce la dominación y las más diversas jerarquías sociales.
- El anarquismo es un movimiento político corto, corporal, definido y con una diversidad coherente.
En continuidad con lo anterior, frente a una idea metafísica e intemporal de un anarquismo que ha existido desde siempre, como parte del más puro y más elevado espíritu humano, más cercano al terreno de la poesía lírica que al de la teoría política, afirmamos la existencia de un anarquismo mucho más inmediato, físico y concreto, que podemos situar hace 150 años, con organizaciones concretas como la Alianza Internacional de la Democracia Socialista liderada por Mijaíl Bakunin, que actuaba en movimientos sociales concretos, como el seno de la primera Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) y los movimientos populares de diversos países europeos.
De esta forma, frente a una tesis espiritualista y abstracta del anarquismo sólo como colección variopinta de valores, afirmamos una definición más corporal y concreta de esté como una corriente social y política. Frente a una idea de pura simpatía intelectual que permite que todo intelectual y toda artista independientemente de sus posiciones y acciones políticas concretas, sea considerado por alguno de sus seguidores como “anarquista” en la forma más genérica posible, afirmamos la idea más clara y sencilla del anarquismo como una identidad colectiva, fruto de una necesaria participación en un movimiento político común.
Por otro lado, consideramos que frente a la idea de un anarquismo dominando por tendencias absolutamente ininteligibles entre sí, completamente fragmentado y enfrentado a él mismo, sin ninguna identidad compartida, hay buena evidencia filosófica, histórica y práctica, en cambio, de la existencia de un cuerpo teórico común, por supuesto cambiante y plural, articulado con múltiples diálogos internos, con diversos espacios de encuentro y cooperación, y con una matriz ideológica mutable pero coherente.
- Defendemos un anarquismo abierto, colectivo y enraizado en su presente.
En oposición a la idea de una ideología política con una propuesta ya cerrada, que elaboró todas sus respuestas teóricas y prácticas en las consideraciones filosóficas de los pensadores del siglo XVIII, XIX y los albores del siglo XX, pensamos en una corriente abierta, con inquietudes permanentes y siempre en un diálogo reflexivo con su propio presente.
En ese sentido el anarquismo tiene por supuesto sus pensadores claves, siempre plurales, así como sus experiencias históricas concretas, siempre diversas en tiempo y geografía, pero no busca fijar un modelo político universal completo y necesario, pues se mantiene como una tradición abierta y colectiva, con ideas fuerzas claras sí, pero abiertas a la reelaboración.
Esto distancia al anarquismo de diversas corrientes del marxismo por ejemplo, que congelaron y descontextualizaron su propia experiencia histórica para hacer de ella una valor metafísico aplicable en todo lugar y tiempo, como el leninismo ruso, el maoísmo chino, el hoxismo albanés o el guevarismo cubano, que hacían de una experiencia particular marcada por un fuerte culto a la personalidad, una receta universal a copiar.
Por otra parte, en oposición a una lectura de un anarquismo uniforme y eurocéntrico, pensamos en una corriente que hoy en día, pero también desde hace mucho tiempo, busca enraizarse en diversos contextos locales y sectoriales, originada si en Europa, pero también parte importante de la historia de las América, Asia y África, con presencia tanto adentro como afuera del mundo colonial.
Pensamos en el anarquismo como una corriente que busca insertarse en los debates y luchas de su propio presente y de su propios territorios, aprendiendo y dialogando con diversos sectores sociales oprimidos y buscando influir y enriquecer sus prácticas políticas.
- Un anarquismo con debates y apuestas estratégicas
Recogiendo la propuesta de Felipe Correa, el anarquismo ha atravesado a lo largo de sus historia diversos debates estratégicos. Así han sido claves los debates sobre organización laxa o estructurada, sobre organización específica u organización social, sobre luchas inmediatas o apuestas finalistas, y sobre diversos proyectos económicos socialistas como el mutualismo, el colectivismo o el comunismo.
Sin embargo, parece claro que estos debates no se han quedado estancados en el tiempo y el movimiento ha tenido una orientación mayoritaria de defensa de las organizaciones estructuradas con resguardo de la independencia personal, de predilección por las organizaciones sociales sobre todo sindicales sin olvido de la actividad específica, de apuesta por las luchas inmediatas sin perder la visión finalista y de horizontes comunistas que no reniega de diversas experimentos mutualistas y colectivistas.
En particular, el Grupo Libertario Vía Libre reconstruye estos debates insistiendo en la importancia de una posición antes minoritaria, pero clave en nuestro presente, de la organización anarquista específica, estructurada y eficaz, que a su vez participe en los movimientos sociales y populares, dentro de una apuesta coherente de dualismo organizacional.
En ese sentido desde Vía Libre retomamos la rica tradición del anarquismo social y organizado, que recoge diversas experiencias históricas, como la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, las organizaciones anarquistas específicas presentes en los movimientos sociales en Ucrania, Italia o Bulgaria, las diversas apuestas de sindicalismo libertario mundial, la propuesta de la Plataforma Organizativa para la Unión General de los Anarquistas y el plataformismo posterior, y el especifismo latinoamericano de la Federación Anarquista Uruguaya (FAU), todas con sus posibilidades y limitaciones.
- Una lectura antiautoritaria de las diversas formas de la dominación social.
Son muy comunes definiciones reduccionistas del anarquismo como una mera oposición o rechazo al Estado y sus instituciones de control y represión. Estas definiciones generalmente pierden de vista, una mucho más rica reflexión sobre la oposición a las relaciones de jerarquía permanente, que el anarquismo ha explorado a lo largo de toda su historia.
Por eso, pensamos que es más preciso situar el eje de la identidad negativa del anarquismo en un rechazo más general a la dominación social, un fenómeno más amplio y general que el estatismo o el capitalismo. De esta forma obtenemos una visión más compleja y coherente, que si solo centramos la mirada en algunas de las maneras particulares de la dominación.
En ese sentido, la perspectiva de la dominación, permite comprender mejor y actuar más eficazmente contra diversas relaciones y estructuras jerárquicas, que en ocasiones anteceden y condicionan al Estado, como el sistema patriarcal y el dominio masculino, el llamado fantasma divino y su legitimación del principio de autoridad según reflexionaba ya Bakunin, o los sistemas de desigualdad de casta y etnia.
Así mismo, este enfoque permite una lectura más lúcida sobre la propia estructura cambiante del Estado y sus diversos mecanismos de consenso y coacción, así como de la formación y explotación de las clases sociales y la explotación de una sobre otra, además de la formación del modo de producción capitalista, a su vez generador de la opresión capitalista y articulador de diversas opresiones sociales.
- Una propuesta que combina la reivindicación social y la autogestión popular.
En una sociedad organizada y dominada por el Estado, son precisas múltiples relaciones con esta institución política, principal organizadora de la vida en el presente. Sin embargo, pensamos que esta debe ser sobre todo una relación de exigencia, conflicto e independencia con el Estado y las instituciones empresariales, mediada fundamentalmente por una apuesta hacia la lucha social y la autoorganización popular.
En paralelo, consideramos clave que, las reivindicaciones sociales de los movimientos populares que buscan mejorar en el corto y mediano plazo, las vidas de las personas y las comunidades, sean gestionadas bajo formas de autogestión directa por sus propios participantes, bajo criterios de prefiguración y anticipación de la sociedad libertaria nueva.
- Una apuesta por la construcción de lo público comunitario más allá del Estado.
Pensamos que en la actualidad el anarquismo debe defender los servicios sociales del sector público estatal de las sociedades capitalistas, pero debe hacerlo desde una perspectiva de apropiación colectiva y participativa de su dimensión pública, y de traspaso continuo de lo público a diversas comunidades autoorganizadas que pueden y necesitan federarse entre sí.
En esa perspectiva, la construcción de un sindicalismo de inspiración libertaria, fuerte, clasista y democrático en el sector público, resulta clave para desarrollar la autogestión democrática por parte de la clase trabajadora y los sectores sociales, así como el desarrollo de múltiples instancias de organizaciones de las usuarias y comunidades locales.
- Un programa para desarrollar los gérmenes de la anarquía presentes en la sociedad de dominación.
El anarquismo no deja de advertir de la presencia espontánea de los gérmenes de la anarquía en nuestro propio presente. Aún en la sociedad actual, marcada y organizada por la dominación social, también se desarrollan en múltiples márgenes del sistema, muchas prácticas sociales de autoorganización y apoyo mutuo, fuertes entre la clase trabajadora y los sectores sociales oprimidos.
Por otro lado, pese a la fuerte presencia de una política vertical y burocrática, y la tendencia hacia la fragmentación y el aislamiento local y sectorial, existe un siempre continuo renacimiento de la tendencias horizontales y de acción directa popular en las más diversas luchas sociales de nuestro presente. En ese sentido, conjugar las tendencias ya presentes de autoorganización y lucha horizontal, uniéndolas y potenciándolas, resulta fundamental en nuestra actividad.
Consideramos que el anarquismo es al mismo tiempo una propuesta ética y política, que vincula proyectos personales y construcciones colectivas, que busca generar personas libres en medio de una sociedad libre. Para esto es una apuesta por construir nuevas personas altruistas en comunidades solidarias, partiendo del reconocimiento de las muchas limitaciones y defectos de nuestro presente, pero también de las posibilidades y potencialidad que en él existen.
- La construcción de alternativas anticapitalistas y de horizontes comunistas.
Pensamos que es necesario impulsar desde hoy múltiples prácticas de autogestión, tanto en el cooperativismo, como en los proyectos económicos comunitarias y la autogestión obrera, que en su proceso de articulaciones desarrollen una diversidad de economías alternativas, que sean viables y sustentables, al tiempo que busquen continuamente marcos superadores del presente capitalista.
Para esto en nuestras experiencias de autogestión, es clave tanto un ancla mutualista, es decir una conciencia de las limitaciones de la práctica económica regida aún el marco del mercado capitalista global, como un horizonte comunista, es decir una finalidad de comunidades libres que pueda inspirar cotidianamente nuestros comportamientos y labores.
En ese sentido, consideramos clave pensar y actuar en favor de transiciones terrenales al comunismo anárquico, alejados de los acentos apocalípticos y religiosos que muchas veces la transición al comunismo ha tenido en el imaginario de las diversas corrientes socialistas, y en la línea de de recuperar y generalizar nuestras propias prácticas de comunitarias y libertarias.
Así buscamos construir desde ya una vida comunitaria libre y sin dominación, cuya raíces justamente se encuentran en las propias luchas de hoy.





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