Denuncia pública de las violencias machistas ejercidas por Julián López – Reincidencia

Algunas mujeres (militantes de organizaciones estudiantiles, de educación popular, culturales, barriales y feministas) víctimas o que acompañamos casos de violencias machistas ejercidas por Julián López, ex-militante de organizaciones libertarias de la ciudad de Bogotá, cansadas de la legitimación que esta persona se construye con el uso hegemónico de su capital discursivo (en el que exhibe un amplio conocimiento de la teoría feminista) y con la intención de socavar el monopolio de la verdad que posee sobre los múltiples intentos de poner en evidencia sus prácticas machistas, hemos llegado al consenso de elaborar esta denuncia, dividiéndola en dos partes: la exposición de hechos concretos que nos motivaron a escribir esta denuncia y una caja de herramientas para comprender las violencias que pudimos identificar a lo largo de nuestras relaciones e interacciones con Julián.

Parte 1.

Desde hace alrededor de un año, Julián decidió alejarse de dos organizaciones en las que se daba buena parte de su militancia (el Grupo Libertario Vía Libre y Acción Libertaria Estudiantil ALE), debido a que estas organizaciones abrieron investigaciones formales para esclarecer sus prácticas machistas contra compañeras que tuvieron relaciones sexo-afectivas con él. Investigaciones en las que él nunca colaboró de manera sincera, sino que, por el contrario, criticó y saboteó con argumentos academicistas y metodológicos, hasta, finalmente, irse sin pedir perdón, sin reparar ningún daño y en el caso de ALE, sin haber dado cierre formal a la investigación, generando en ambos grupos salidas de personas de las organizaciones y profundos impactos emocionales en casi todas las militantes, en especial, aquellas que asumieron la labor de las comisiones de género que siguieron los casos.

A partir de lo anterior, denunciamos que:

1. Julián, hace aproximadamente dos meses, viene reapareciendo en espacios y actividades políticas en las que ha emprendido un proceso de limpieza de su imagen, mostrándose como un hombre deconstruido, participando e incluso dinamizando espacios de transformación para hombres,

2. mintiendo a varias personas al decir que ha realizado procesos de reparación a sus víctimas que NO ha llevado a cabo,

3. generando espacios inseguros, tanto de esparcimiento como de debate, para varias mujeres que han dejado de confluir en los mismos porque temen el tener que encontrarse con él.

Parte 2.

Por la vigencia y sistematicidad de las prácticas machistas de Julián, porque estamos comprometidas con una ética del cuidado colectivo y porque rechazamos la jerarquización de las violencias, queremos exponer algunas de las prácticas que identificamos en él y que enmarcamos en los tipos de violencia simbólica y psicológica.

  1. Depredación, consumo y objetivización de los cuerpos femeninos: Julián actúa a partir de concebir a la mayoría de las mujeres con las que se relaciona como objetos del deseo y, en ese sentido, como “posibles conquistas” buscando su beneficio inmediato -emocional y sexual- y relacionándose sistemáticamente con una falta de ética del cuidado por la otra. Ha hecho apuestas sobre lograr tener sexo con alguna mujer, ha tenido prácticas sexuales endogámicas que afectaron las organizaciones en las que militó, ha hecho comentarios como: “Pepita es fea, pero lo mama muy rico” y ha comparado a las compañeras a partir de frases como: “¿Por qué tus piernas no son firmes como las de Pepita?”.
  2. Control de los cuerpos de sus compañeras sexoafectivas y de militancia: Pese a que es un defensor de lo que él llama “liberación del afecto”, ha incurrido en prácticas para controlar los cuerpos de las compañeras con las que tuvo relaciones sexo-afectivas a partir de cuestionarlas por ser muy “mojigatas” o por ser “promiscuas”. Celaba a las compañeras y les prohibía que hicieran ciertas cosas como fumar cigarrillo, en una ocasión, le tiró el cigarrillo al suelo a su entonces compañera sexo-afectiva. También, hablaba sobre la vida sexual de sus amigas y compañeras de militancia a partir de comentarios como “es que usted se come con todos” o “es que usted no es chévere porque no cuenta (sobre su vida sexual)” y de “chistes” que, en ocasiones, tenían una matriz homofóbica y heteronormativa.
  3. Incumplimiento sistemático y establecimiento unilateral de acuerdos: Julián ha sido infiel en relaciones “monógamas”, ha establecido unilateralmente los términos de las relaciones con compañeras que no tenían herramientas para comprenderlos ni para negarse a aceptarlos diciendo cosas como “mira Pepita, es que las relaciones conmigo son abiertas o no son” y se ha defendido leguleyamente diciendo que “nunca ha incumplido ningún acuerdo”. También, puso a sus compañeras y compañeros de militancia en situaciones incómodas como la de tener que encubrirlo o no saber cómo reaccionar cuando se presentaba con una mujer que no era su pareja, pues nadie tenía claridad sobre sus relaciones, generando un tipo de complicidad e incapacidad para reconocer las violencias.
  4. Manipulación emocional: Julián ha conseguido pasar rápidamente de victimario a víctima cuando se lo ha interpelado, ha salido bien librado de reclamos legítimos de sus ex-compañeras sexoafectivas y se ha rodeado de afectos y apoyos usando estrategias emocionales como el chantaje, el llanto (a veces fingido), la adulación, la generación de confusión o la utilización del sentimiento de culpa de la otra.
  5. Mentira, chisme, aislamiento, generación de confrontación y rompimiento de espacios seguros: Julián ha divulgado información íntima de varias personas cercanas a él ubicándolas en situaciones de vulnerabilidad o propiciando rupturas de espacios y relaciones, deliberadamente ha conseguido que existan roces entre compañeras cuyo tema central es él y ha generado desconfianzas y confrontaciones que han desembocado en el aislamiento y la incapacidad de contrastar versiones.
  6. Intolerancia a la crítica y reacción violenta a la misma: En especial si proviene de una mujer, ha roto relaciones solo porque se le ha planteado una crítica en sus prácticas machistas y no suele aceptar cuestionamientos de quienes considera inferiores a él, insistimos, por su gran capital discursivo. Defendió la idea de que era un perseguido político cuando se le cuestionó por sus prácticas machistas y ataca sistemáticamente a las compañeras que lo interpelan y que asumieron las investigaciones. Dice cosas como que quienes investigan los casos se creen redentoras de las mujeres que denuncian, que no cree en ellas y en su doble moral, que ellas hiperbolizan y hacen de la vida de las otras un drama de novela y que vacían el ejercicio de la política a punta de consignas como “lo personal es político”.
  7. En la militancia: Julián se construyó a sí mismo como un referente incuestionable, siendo autorreferencial, incluso cuando los problemas de otras eran objetivamente más graves, ejerciendo el paternalismo y el mesianismo, teniendo un trato desigual con sus compañeras mujeres. Aprovechó su lugar de referencia para establecer relaciones sexo-afectivas y vincular a compañeras a los espacios organizativos. También, cuando había compañeras que lo cuestionaban o significaban un “factor de riesgo” para su posición como referente buscó la forma de maximizar cualquier falta, atacándolas de distinta forma hasta el punto de que logró alejar a varias personas de las organizaciones. Finalmente, la única forma en que él se salió de una de las organizaciones, y tras una continua práctica de sabotaje al proceso investigativo en su contra, fue cuando las compañeras que lo habían acusado decidieron salirse de la organización por las agresiones sufridas.

Suscribimos:

  • Angie Delgado Ruiz.
  • Tatiana Gómez.
  • Katerine Acuña Ávila.
  • Sara Jaime Pérez.
  • Paulina Andrea Farfán.
  • Alejandra Fajardo.
  • Paola Picón.
  • Isabella Lombo.

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